Por Pedro Pablo Oliva
(vía e-mail)
Es casi una costumbre para mí recorrer las librerías del Casco Histórico de
Río) que lleva más de diez años funcionando, y consiste en una especie rara
de sitio, desde donde emanan iniciativas de creación, promoción e
intercambio crítico en torno a
Cultura
enfatizan en el desarrollo de las llamadas Artes Visuales en nuestra región.
El jueves 23 de enero encontré en la librería Grijalbo Mondadori, en la sede
del Instituto Cubano del Libro, en
Enciclopedia
por cada tomo. Me pareció en extremo barato para los que conocemos el valor
de ese tipo de publicaciones en cualquier país del mundo, considerando el
cúmulo de información que contiene. El papel, sus fotos y reproducciones a
color eran bastante buenos.
Muchas personas como yo compraron la colección, pero el gran misterio estaba
en que el Tomo 6. no existía. Al principio me pareció un error de compra y que por ello se vendía a ese precio.
Pero la cosa no era por ahí. Por algunos amigos supe que el Tomo 6 había
sido sacado de la venta porque en una de sus páginas exponía criterios
supuestamente desacertados acerca de la realidad cubana.
No puedo explicarme cómo un criterio cualquiera, contenido en una
publicación cualquiera, pueda influir en un funcionario o responsable del
control de la distribuidora de libros, como para tomarse la licencia de
descompletar una colección de estas características.
Siento que es una falta elemental de respeto a quienes, como yo, decidimos
comprar la colección. Las mentiras y verdades sobre Cuba, si han de
desnudarse, solo se hará con la realidad misma, con lo que vivimos
diariamente.
No sé quién se siente tan "superrevolucionario" o cree poseer las
verdaderas claves de la "supraconciencia" colectiva, para tomarse la
facultad de obrar como dueño y señor, de decidir qué puede o no puede leer
uno. Tengo 60 años y me siento suficientemente capaz de explicarme el mundo
y sus criterios, y de aceptar o no una explicación o un análisis de otra
persona.
En Cuba la educación es estatal y eso implica que todo el aparato
sicológico, pedagógico y político lo dirige y controla el estado; estoy
hablando desde el círculo infantil hasta la universidad. Si con todo este
sistema puesto en función del desarrollo cultural, político y social del
hombre, se teme a unas cuantas palabras escritas sobre Cuba, erradas o no,
entonces cierren de una vez el monasterio.
Estoy convencido de que el funcionario responsable de escamotearle al
público el Tomo 6, carece de seriedad profesional y menosprecia la capacidad
de quienes ya aprendieron a pensar por sí solos.
¿A qué se le teme?
En nombre de quienes compraron
desearían adquirirla, no exigimos gratuidades, sino que se nos venda el
misterioso Tomo 6.
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